viernes, 1 de mayo de 2020

El puente. Arte Salud.




Sombras

Black Shadow despertó  del sueño de la vida transformado en diferentes sombras; tratando de luchar para sentir el olor de los cerezos; para degustar el sabor de las frutillas, poder sentir el cálido viento y la lluvia fría acariciándole el rostro. Poder ver los colores de cada amanecer; escuchar el canto de los pájaros. Finalmente descubrió que sólo era una simple sombra y que jamás podría tener los cinco sentido como tienen los seres humanos. Sólo somos sus guardaespaldas y estamos detrás, delante y a los costados de ellos, y con ellos hasta los fines de sus días.

Nanci Bordón


***

 Algo profundo

Quienes escuchan
la súplica del tiempo
gritan pidiendo a lo lejos
que salga el sol...

Se pierde
entre los árboles
inquieto  entre las montañas,
un segundo después
todos quedan en silencio...

Se oye como si fuera
que el mundo se partiera
en dos: Mitad sol // Mitad luna

Nada era igual
un mundo
quedó dividido
sin que nadie
pudiera explicar
qué paso...

La eternidad
lanzó un profundo grito
lejano, son los últimos
que quedaron vivos...

 Hoy era el último sueño
del sol de mañana...

Sin ver una sola luz;
quizás algunos días
podrán ser noche
y ser días hoy

                                                              
Rodrigo Verdi    

***

 Aburrimiento


Aburrida en mi casa. De un momento a otro llegó mi mamá apurada porque tenía que hacer los mandados y perdió la plata y estaba enloquecida, buscaba por toda la casa hasta que la encontró y suspiró aliviada. Fue e hizo los mandados, sonó el teléfono y llego rápido para poder  atender, y el teléfono que  sonaba y sonaba; hasta que al final lo atendió.
Lejos de todo yo seguía aburrida; mi mama empezó a cabecear hasta que se quedó dormida. Se le caían  los mocos y yo se los soné.
Prendí la tv y fue ahí que mi mamá se despertó y  puso la pava  matando al aburrimiento.

Sandra Giangrenco


****

Viaje a una nueva vida

Siendo un joven recién egresado de una escuela técnica de un país latinoamericano cuyo gobierno estuvo varios años bajo régimen militar y luego con la vuelta de la democracia, decidí emigrar a otro país ya que en el cual vivía acortaron o prácticamente quitaron los fondos para la investigación, y al instituto Balseiro en el cual cursaba estudios de física nuclear prácticamente los transformaron en un laboratorio casero al no mandarles fondos. Allí estudiaba física nuclear.
Ya en EE.UU, rendí con éxito un examen de admisión en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) y obtuve un doctorado en física nuclear y de allí fui seleccionado por la NASA para ir a trabajar en un proyecto clasificado de máxima prioridad.
El objetivo era ir al planeta venus, son condiciones inhóspitas que hace imposible la vida humana, pero la curiosidad y la ambición del hombre no conocen límites.
Pidieron voluntarios, lo pensé, nada tenía que perder, lo que tenía en circunstancias trágicas lo perdí.
Antes de viajar completé tres mil horas de vuelo en aviones de guerra y me gradué de ingeniero nuclear.
La nave provista de un poderoso motor “saturno cinco” y una cápsula que iba a ser mi hábitat, fueron rápidamente ensambladas. Luego de eso en un simulador de vuelo estuve horas y horas practicando su funcionamiento y estudiando astronomía…
Llegó el día del lanzamiento: y embutido en el traje espacial y con miedo a lo desconocido y sin garantías de volver a casa el cohete despegó en una vorágine de fuego y aceleración.
Salí de la atmósfera y pude ver el hermoso espectáculo de la curvatura de la tierra y a ella en su totalidad. Me relajé y dormí. Me despertó el chillido de la radio con su graznar de ganso dando instrucciones. Es increíble la capacidad de adaptación del hombre, solo separado por una aleación de titanio y cerámica viaja como si fuera en un micro.
Los días pasaron y los meses. De pronto vi a venus en su esplendor. ¡Que hermoso planeta!. Comencé a orbitar a su alrededor, de pronto perdí el control de la nave como si algo la atrajera a entrar en la atmósfera del planeta, por radio di la novedad ésta me miraba como la mirada de un muerto, muda, y sorda ante mis llamados desesperados.
Sentí un calor descomunal al entrar en la atmósfera, hasta que de pronto disminuyó y suavemente la nave guiada por una fuerza misteriosa descendió en una llanura.
Probé las condiciones exteriores, increíble aire para respirar, temperatura y presión similar a la tierra.
Con el traje de astronauta salí a ese lugar y camine por ese campo fértil con un sembrado de lo que supuse eran granos pero extraños.
A lo lejos divisé un grupo de figuras que se dirigían hacia mí, tense los músculos y comprobé si mi arma de rayos láser estaba presta. Camine hacia ellos y ellos hacia mi lentamente, al encontrarlos vi hombres y mujeres igual a los humanos que me sonreían y extendían la mano, en ese momento mi confusión era tal que estaba en el paroxismo de pensar si era alucinación o locura, pero no me hablaron, interrogué y pregunté porque en la tierra no se veían las cosas así.
La voz de un hombre de mediana edad me explicó que era una proyección para que se observara que el planeta era inhabitable y que por la belicosidad del hombre no querían entrar en contacto con mi planeta. Desde el principio de la era atómica nos estudiaban, y pretendieron colonizarnos para calmar las guerras, el hambre y todo tipo de mal, pero son tantos países y divisiones que es imposible colonizar a la tierra por las buenas.
Aquí donde estoy existe un solo gobierno y todos son iguales, no hay división de clases sociales, raza, color, ambición desmedida, consumismo.
La parte espiritual va en primer lugar, me preguntaron qué haría, sin dudas contesté que allí en ese remanso de paz quería quedarme.
Fui a la astronave a buscar cosas personales, la radio graznaba y pedía ubicación y contestación, accioné una perilla y puse en marcha el mecanismo de autodestrucción…
                    
Gerardo Gustavo Ordoñez.






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