sábado, 26 de septiembre de 2020

Evocando a Plaza López

 



Yo puedo agregar muchas emociones y espacios de Plaza López, conservo una foto de mi niñez, paradita en un banco de ese espacio, sostengo a mi muñeca y a mí me sostiene la niñera, Angelina...foto que aún me emociona. Héctor mencionó una fuente central, yo agrego la otra, la de los angelitos. Estaba en la montañita, aun existente, Laprida y el pasaje Storni. Esa fuente fue trasladada al Parque Urquiza. Se puede verla en Chacabuco pasando la cafetería Le Park.

Plaza López, la de árboles hermosos, retoños de especies de todo el mundo. En mi niñez la maestra del primario nos llevaba a observar toda esa Flora. Plaza López….mis juegos, mis pasos desde casa de mi abuela paterna a la mía sobre Pellegrini. Pasaron los años, mis hijos jugaron, anduvieron en la calesita. Cuántas generaciones, la de mis abuelos, mis padres, yo, mis hijos...

Aún ese espacio verde me convoca, mis emociones, mis tránsitos, mi historia alrededor de esa mágica plaza.

Texto: Adriana Fontanarrosa

Pintura: Guadalupe Moreno Sanz

jueves, 24 de septiembre de 2020

Plaza López

                                                                                                


Esta plaza que está ubicada en el Barrio “República de la Sexta” se llamaba originariamente Plaza de las Carretas (1856) y es una de las más antiguas de la ciudad, por lo que fue testigo de hechos trascendentes de la ciudad. Entre ellos, fue mercado de frutos, hospital del Ejército en la Guerra del Paraguay, corral para la caballeriza del Ejército y posteriormente mercado de verduras. También de ella partió el primer tranway de la ciudad que unía la plaza con la Aduana, y de ella se elevó el primer globo aerostático en la ciudad. Alfonsina Storni vivió en esa zona. Uno de los primeros recuerdos que tengo de ella se remonta a los años 50. La tía Emma vivía por la zona y nosotros la visitábamos frecuentemente. De allí recuerdo ir a pasar las tardecitas entre las hamacas, el tobogán y los otros juegos, que estaban ubicados en el parque arenero y esperaban a los pibes del barrio. Era el lugar de encuentro de los vecinos del lugar. Un poco más adelante, a mediados de los 50, hacíamos navegar un pequeño velerito de juguete que nos prestaba la tía en la fuente ubicada en el centro de la misma. El paso de los años y la intransigencia la fue deteriorando; pero hoy, restaurada, la estatua luce esbelta su figura, aunque protegida por unas rejas que impiden el acceso de la gente a su entorno. Luego, allá por el final de los años 60 vino la calesita que aún sigue juntando a los pibes en ese viaje imaginario en “Dumbo”, en el caballo blanco de San Martín o en ese auto que nunca ganó una carrera. Y la denodada lucha cuerpo a cuerpo por conseguir ese trofeo impagable, que era “la sortija” y que nos daba más que la posibilidad de otra vuelta. Nos daba “la gloria” de conseguirla. Por mediados de los 60 y con la adolescencia efervescente, fue lugar de citas con nuestro “filitos” o novias. El ombú ubicado en la esquina de Laprida y la cortada era el lugar ideal por la poca iluminación y la frondosidad del ombú. En sus bancos nos acurrucábamos para “chapar” un poco. Ya casados, es como que la historia se repite con hijos y nietos. Hoy, cuando salgo a caminar por el barrio termino sentado en los bancos ubicados sobre la avenida Pellegrini. Caminar entre sus frondosos árboles me recuerda aquellos tiempos de la infancia y la adolescencia. La plaza fue, es y será siempre un pedazo de la vida de los vecinos del barrio. La plaza fue, es y será un pedazo de mi historia. Y de la historia de Rosario.

Texto:  Héctor. B. Carrozzo
Pintura: 

PADRE PIO


 

Sagrario en unos ojos cansados de Gloria

Peregrino, sembrador en oscuras llanezas

Resplandor lapidado después del martirio

Perseguido en el Averno al filo de la espada

Espejo del Eterno de un místico alfabeto 

                                           

Tus estigmas dictan a mí cálamo Glorias y Agonías 

Tus manos entrelazadas recobran la zarza ardiente

Tus libros esenciales ciñen la turba de los Creyentes

 

Rezo al despertar en el sudor y sangre de tus augures.

 

“Quédate Señor conmigo, sin ti mi alma está en tinieblas”…


Texto: María Susana Martini

Pintura: Pablo Picasso

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Desconcierto



La continuidad del tiempo, sin sueños logrados.

Momentos compartidos de todos los destinos.

Objetos precisos juntando sus hojas, sus piedras.

Perfumes de canela que se esfuman en el aire.

Haciendo simple los caminos rojizos, de tierra mojada de llovizna y sombras, buscando la imagen del amor.

Cuidado, del amor amado, del amor sentido, del amor herido.

Emociones varias vibrando en mi cuerpo, trayendo mensajes.

Escritos sin magia. Recuerdos lugares vacíos, marcados.

Aunque haya luz veo oscuridad, corro sin saber por qué, ni a donde voy, grito sin gritar´, hablo sin hablar.

Te llamo sin voz, el eco llevo.     

Todo se perdió en el crepúsculo, quedando

la tarde a oscuras sin huellas. Camino sin rumbo.

La sombra es inmensa. Mi mente imagina sonidos muy tenues, mis ojos se nublan queriendo llorar.

Mis lágrimas llevan el recuerdo intacto

del dolor quejoso y el triste final. Todo es incierto

sin saber porque. Pregunto y pregunto, cuál tiempo

me lleva, en las noches largas marcando las horas,

de tinieblas grises desviando sus luces, escapando lejos de tantos misterios, y sigo corriendo en busca de esa voz que calme mi alma de paz y amor.

Quiero salir de este encierro, corro y corro

deseo escapar, mientras esas luces me dan claridad

llevándose el viento tanta oscuridad. El sol aparece

Mis ojos te ven, cuánto desconcierto, cuanta inmensidad.    


Texto: Ana María Arrieta
Pintura: Picasso

martes, 22 de septiembre de 2020

La escuela

 



Los hilos de la alambrada seguían brillando bajo las gotas.

El agua bebida en el hueco de las manos, nos llevaba a la sal profunda de la tierra y la lluvia del cielo.

La tierra arada, los surcos urgentes desgarrados, primero por mi abuelo, luego por mi padre, quedaban atrás.

El primer día de clase… quince cuadras largas y gastadas, en que se confundían las veredas con la tierra.

Las vías del tren partían al pueblo en dos, como un rayo en el cielo, de un lado  el caserío, del otro, la campiña; la locomotora, un pájaro negro imperial, graznando seguido de sus “pichones” llenos de granos.

Echaba vistazos al camino andado, buscaba la protección de mi madre, las conversaciones mudas, los palotes y redondeles zigzagueantes bajo la luz de la lámpara de kerosene, en la mesa de la cocina.

Seguía el trayecto, y allí estaba, la plaza, la Iglesia, la Escuela, un gigante dormido con ventanas amenazantes, la galería abierta, el patio de tierra,…y el aula, el aula grande, fría con sus fauces francas como un animal famélico dispuesto a deglutirme.

La angustia frente a lo desconocido, ese vuelco en el estómago, la pérdida de esas raíces oscuras que me ataban a la tierra voluptuosa, espléndida…

Sensaciones borrosas, el olor a la tinta negra, el cuaderno, cuyas hojas no se podían arrancar, los manuales de estudio de páginas lustrosas, y en los días de lluvia, ese olor…de ropa mojada.

Un pudor invencible cuando en los boletines, mi padre con letra orgullosa y ondulante de tercer grado de primaria, escribía: “Agricultor”, me daba vergüenza…pero por suerte de golpe sentí  la vergüenza de haber sentido  Vergüenza.

Esa niña que a esa edad estaba hecha, de como estaban hechos sus padres…

Ese recato insalvable que le tapaba la boca, si tenía que hablar de su casa, de cómo en los días de lluvia, el barro la sujetaba por el tobillo como una mano fría, fuerte y suave, atenazándola, y al tirar, el barro más la aferraba, la apretaba, hasta que por fin, tiraba y lo soltaba; en ese barro se alargaban sus años de infancia.

Ese miedo para una niña, que secaba la garganta, como entrando a una segunda vida, más real, quizás que la primera,…incierta, verdadera.

Texto: La gata bacana.

Pintura: Pablo Picasso.

sábado, 19 de septiembre de 2020

Es la noche

 



Es la noche quien se afirma en el sol

Trata con fuerza de dominar,

De traer con sus lazos invisibles

Luces oscuras, calores fríos

 

Es la noche quien atrae los sueños

Las manos fuertes, desangeladas

Los fasos apurados, apagados a medias

Las angustias que se escapan del día

 

Es la noche quien cobija llantos

Letras, música, murmullos, besos

El desencuentro de los libros y los ojos

El encuentro de los cuerpos alejados

 

Es la noche quien baja las defensas

Agudiza los crudos sentidos

Nos sentencia duramente a la espera

Y nos abre la puerta a la esperanza

 

Es la noche quien nos deja aletargados

Y nos inquieta con sonidos del agobio

También nos lanza, y justifica la caída

Sumiéndonos, a veces, en dolor descontrolado.


Texto: Adriana Coyle

Pintura: Vincent van Gogh

jueves, 17 de septiembre de 2020

Desde lejos el mar




De lejos el mar

me mandó de regalo unas palabras

envueltas en magia quebradiza

triste y refrescante brisa

infiltra un color por mi ventana

 

De lejos el mar

el viento y las montañas

me reclaman el vigor que perdí por la mañana

y la tarde se tornó amarga

 

Que la noche me lleve

al despertar imposible de las tinieblas

que estos brazos que se abren  derramen la ternura

desde el vientre de la tierra.

Texto: Silvina Cajal

Pintura: Salvador Dalí



miércoles, 9 de septiembre de 2020

Mujer Indígena

 



Hoy es tu día piel curtida por el viento.

La intemperie es tu techo.

Y la naturaleza tu remedio.

Manos alfareras fundidas en arcilla,

tus dedos avezados dominan el telar.

Párpados caídos con siglos de tristeza.

Reclamo centenario de tus tierras.

Derechos pisoteados sin sentido.

Pantera patria de los montes y la pampa.

Hiciste historia en la Independencia.

Mujer de garra inquebrantable,

Abres camino con ímpetu tenaz.

Corazón grande y generoso,

que soporta abusos e injusticias.

Tus niños, aun hoy, mueren sin recursos.

En el Impenetrable entre quebrachos.

Te rindo mi homenaje Madre Americana.

Dueña despojada…

Del horizonte infinito de estas tierras.


Texto: Analia Criado

Pintura. Ricardo Carpani