jueves, 24 de junio de 2021

Mi viejo

 


Mi papá era un hombre alto, de ojos claros, cabello rubio con ondas y tez blanca. Desde muy joven trabajó en la carpintería de Rassia. Cuando llegó el momento del servicio militar, éste lo cursó en el Batallón de Comunicaciones de Rosario del Tala. Y en aquella época, le tocó la campaña de instalar todos los tendidos telefónicos hasta Comodoro Rivadavia. Pocos ciudadanos disfrutaron tanto, de ese período de la milicia, como él. Siempre hablaba de tal experiencia, guardaba fotos, insignias y banderines de su paso por esas huestes. Cada año, los compañeros de la clase 1925, solían reunirse en una cena de camaradería y recordar aquellos tiempos.

Cuando yo tenía siete años, mis viejos se separaron, pero igualmente nunca dejó de estar presente, a su manera, pero estaba.

Siempre fue una persona solitaria. No tenía amigos, sus hobbies eran recorrer la ciudad en colectivo, creo que se sabía el recorrido de todos los que transitaban por las diferentes calles y barriadas de esa época, y de tomarse un cafecito en algún bar o una cerveza bien fría en verano. Era una persona muy pulcra y ordenada, todos los sábados me pasaba a buscar, siempre bien trajeado y zapatos de cuero lustrados. Cada fin de semana íbamos a lugares distintos, desde ir a recorrer al centro y tomar un submarino o una gaseosa en Fragata, hasta conocer barrios y centros comerciales más alejados. Las funciones de cine en el invierno eran infaltables, los dibujos animados en el Cine Heraldo, las películas argentinas en el Rose Mary o Madre Cabrini. En el verano los parques, la zona del Monumento Nacional a la Bandera, donde después de recorrer algunas de las salas del mismo, nos dábamos una vuelta por la Fluvial, para terminar comiendo un carlito con una Crush en El Munich, hermoso bar y confitería, con una vista privilegiada al puerto y la avenida del bajo. Otro día era recorrer el Parque Alem, con el acuario, o el Parque Independencia, una vuelta en la lanchita del laguito, o el parque de diversiones y cada tanto una visita al Museo Histórico Julio Marc, o el zoológico.

Recuerdo que un Día de Reyes, me pasó a buscar muy tempranito con su bicicleta, los broches de madera para ropa en la botamanga del pantalón, un almohadón en el caño, y emprendimos viaje a la ciudad de San Lorenzo. Allí recorrimos el viejo convento San Carlos, y el Campo de la Gloria, luego de merendar volvimos a casa, fue una linda aventura y la pasamos muy bien. Cada día del niño, siempre me traía de regalo golosinas, venían unos muñecos que eran los distintos personajes de los clásicos dibujos Mikey, Duffi, el Pato Donald, entre otros, éstos venían llenos de caramelos surtidos, en la parte superior traían una ranura para usarlos como alcancías y en la base tenían una tapa por donde se extraían las golosinas o las monedas que juntábamos.

Ya de adolescente, esas salidas fueron más espaciadas, y tuve que hacerme cargo de él y de su soledad. Hoy después de tantos años que ya no está, lo recuerdo como un hombre bueno, que me brindó cariño como pudo, con su particular manera de demostrarlo. Por eso quiero rendirle mi homenaje y decirle ¡Gracias, papi,  siempre voy a recordar los lindos momentos!. Besos al cielo. 

Claudia Turcato

Fotografía: Grete Stern

 


viernes, 11 de junio de 2021

Completud

 


Insomnio, lucidez, infierno,

cristal amalgamado

mentiras, silencio, licores

realidad sometida al sueño.

Mítica, triste, deseosa

delicada suavidad del rocío

su vida estaba allí

erótica, adorable, lejana.

Quiso morir, ajena a todo

lejos de todos

como en cuentos de niñas

llena de hermosura y soledad

completa de Amor…

Dora Mabel Suarez

Pintura: Edvard Munch


viernes, 4 de junio de 2021

Mi cansancio

                                                                             


El silencio me traslada

A los recuerdos amados

De esta tristeza mía

De soledad y letanía

 

El amanecer me llama

Con sus cantos sus sonidos

Que mis sueños van llenando

Todo el corazón mío

 

Diviso el sol a lo lejos

Con su fuego muy rojizo

Ese calor que atraviesa

La templanza sin tu amor

 

Sigo corriendo y no alcanzo

Tu calor se va alejando

las voces desvanecen

Persiguiendo  mi cansancio.

 

No persigas ya mi sombra

Déjame quiero dormir

Acurrucada en los verdes

De las flores al nacer


Ana María Arrieta

Pintura: Edvard Munch