jueves, 25 de noviembre de 2021

Hipostasis del alienado

 


La hipostasis del alienado no es otra cosa que una sobrecompensación de la negatividad con que la buena sociedad lo ha cargado. No tiene nada que ver con la vanidad del pavo real ni con la pose que adopta el fachogre para situarse en la sociedad. Tampoco con la figura que reproduce el milico desde la fila del primario hasta la sepultura. Más bien se trata de los ecos que vienen de la tumba de un enterrado prematuramente, monólogos geniales, canciones, conversaciones con dios, murmullos de tahúres. Así el alienado se retribuye del balde de alquitrán con plumas que le arrojo una sociedad enferma de racionalismo instrumental y de esencialismo tramposo.

Ignacio Arismendi



jueves, 14 de octubre de 2021

Dos momentos, dos espacios



Se balanceaba dentro de una esfera oscura.

Se balanceaba dentro de un prisma húmedo.

Ahí dentro recibía alimentos y tenía oxígeno.

No veía la luz ni dentro de la esfera ni dentro del prisma.

Dentro de la esfera se oían arrullos y canciones de cuna.

Dentro del prisma se oían gritos desgarrados y un poco de cumbia.

La monotonía era la virtuosa rutina en ambos espacios.

Succionaba su pulgar derecho y el espacio se hacía insuficiente.

Se mordía las uñas ajadas y el espacio se hacía agobiante.

Pegaba pataditas y recibía caricias.

Pegaba puñetazos y recibía dolor.

Se cumplía la fecha predeterminada por la obstetra.

Se cumplía la fecha predeterminada por el servicio penitenciario.

Llegó el día final en que atravesó el canal del parto en busca de una nueva vida.

Llegó el día en que atravesó el pasillo largo en busca de una nueva oportunidad.

En un impulso fue recibida por las manos firmes de la partera y le cortaron el cordón umbilical.

En un impulso la sacaron de la celda de castigo y le sacaron las esposas.

Le dieron una palmadita suave y lloró.

Le dieron una golpiza letal y cayó.

Fue apoyada cuidadosamente sobre el pecho de su mamá.

Fue arrollada brutalmente sobre el cemento de su cárcel.

Un día nació.

Un día murió.

Vir NZ

De Bordeando los límites, 2021
Pintura: Edvard Munch

martes, 12 de octubre de 2021

Quien soy yo



Cómo saber quién soy...cómo decir quién soy...me falta el espejo y decirlo es como adentrarme allí en mis huesos, en mi mente … y qué digo de mí…. soy desafiante con instintos mundanos, mis proyectos son dinámicos, específicos, cortos y bien definidos, en ellos encontré ventajas y desventajas, enojos, dulzuras, fracasos y éxitos… las mil preguntas de mi infancia no tuvieron respuestas, en aquel tiempo inocente con abuelos resigné parte de mi ser, extrañé y lagrimeé tantas veces en soledad… me ofrecieron savia, me enseñaron a volar, a buscar la libertad, a tener firmes decisiones… me dieron lo esencial de mí y tuve varios puntos de partida...confié, amé y seguí … fui y soy acompañante de muchos amores… tuve siembra, tengo cosecha y no cesan los vivaces retoños… casi no miro hacia atrás, algunos recuerdos duelen, otros chispean….me siento mejor andando… a veces mujer como líder de la manada; otras varón, los pantalones me calzan bien y entonces destapo caños, pinto paredes y hasta cocino… ; a veces gay, admiro sus convicciones; y porque no lesbi si he luchado con ellas… mis otros saben quién soy… fui niña, gurisa, alumna; soy inmensamente mujer, hija, madre, abuela, tía, hermana, amiga, compañera...mi rol femenino aún me hace feliz y me define … a mi alrededor mis varones, mis gays, mis trans, mis lesbis, mis compañeros, mis parejas ven en esta leona y dragona una acompañante más de este viaje… todos ellos me definen y me dan lo que soy... los viejos discos rígidos y los tiempos nuevos me atraviesan aún lo corpóreo, lo impuesto, lo bello para darme mi identidad y como “una banda de sonidos” vamos hacia el mar y allí voy yo… aguantando el viento, inventando el mundo, ilusionada, soñando….somos muchos, soy yo … siempre voy detrás de lo que siento…

 Dora Mabel Suarez

lunes, 11 de octubre de 2021

Qué grande que eres

 


Mamá palabra mágica y llena de misterios

Con sólo nombrarte mi alma se alegra

Con sólo escucharte mi ser tranquilizas.

Tus manos calman dolores

Tus besos embelesan mi sueño

Mamá, quiero decirte que te amo

Expresarte lo grande que eres.

Quisiera tenerte siempre

Dándote alegrías, dándote cuidados

Y brindarte mucho amor.

En  tu día quiero regalarte

Lo que nunca te di por distraerme

Con tantas cosas y olvidarme,

Que la vida tú me diste.

Mamá en éste ramo

Que te brindo con amor

Refleja en cada flor tu persona

Y lo que eres para mí

Rosas, el terciopelo de tu rostro

Claveles, tu alegría y tu frescura

Jazmines, el perfume de tu pelo que lleva el viento

Cala, blanca y pura como tu alma

Pensamientos, bellezas de colores que se igualan a tu vida.

Hoy que soy grande comprendo

Siendo madre también de tus desvelos

Tus lágrimas en silencio, tus tristezas

Lo que nunca me entere en su momento.

Hoy quisiera tenerte siempre, siempre

Abrazada aun viejita y adorarte

Cuidando tus canas tan plateadas

Como el mejor tesoro de mi vida 

Autora: Ana María Arrieta

16/10/13  

 

jueves, 23 de septiembre de 2021

Pensamientos post pandemia


 

Lo cotidiano se esfumó en un momento...sí en un abrir y cerrar de ojos.

Todo parecía tener un cierto orden, nuestras tareas cotidianas, nuestra rutina laboral, nuestros fines de semana que nos aguardaban para vivirlos disfrutando salidas con amigos, o simplemente el hecho de ser libres haciendo aquello que nos guste sin restricciones.

De repente todo se congeló, como si una puerta se hubiese cerrado con la fuerza incontenible de un huracán, rabioso y maldito, que nos dejó paralizados y con miedo.

Quedamos atrapados en nuestros propios hogares, víctimas de una incertidumbre tan grande como peligrosa.

Se nos prohibieron los encuentros, los abrazos, nos alejaron de las personas que amamos, nuestra boca se quedó sin sonrisas, cubierta con una mascarilla burda y protectora a la vez.

Solo nuestros ojos quedaron al descubierto, y fue allí donde empezamos a mirarnos, sí a mirarnos a los ojos...

He oído decir a algunas voces que este tiempo de soledad e introspección nos haría mejores o peores personas.

No lo sé, no puedo afirmarlo, no puedo saber qué sintieron otras personas, cómo transcurrieron sus vidas, durante este tiempo tan doloroso e incomprensible.

Hubo pérdidas, muchas pérdidas humanas, y no siento decir que el dolor sea un maestro, al menos yo...tal vez así sea, por ahora mi mente no alcanza a comprenderlo.

Yo sentí en los comienzos de esta Pandemia, y ésta obligada y horrible cuarentena, el peso de la soledad, como nunca antes lo había experimentado. Pero debo admitir que después de un tiempo, permití que la soledad fuese mi obligada compañera...entablamos una amistad, pero sólo por un breve lapso.

Me di cuenta que debía rescatarme, que debía empoderarme, para que todo lo que sucediera a mi alrededor, no dañara mi salud física y psicológica.

Hice de mi meditación diaria un refugio, y pedí al Universo y a Dios, paciencia, confianza, compañía, aceptación...

Y dio sus frutos, doy fe de ello.

Sentí en este tiempo, la amorosa compañía de mis Padres, mis abuelos, esos seres queridos, que se me adelantaron en el viaje hacia la casa del Padre Celestial.

Fue sorprendente para mí que aquello en lo que siempre había creído me acompañaba y me daba fuerzas para continuar.

Sí, hay algo más allá, para quienes creemos y tenemos fe. Y recuerdo siempre las palabras de alguien muy valioso para mí diciéndome: sabes... yo creo en el amor de los que aman...es verdad, qué otra cosa podemos hacer, sino amar, aunque a veces duela.

Pude darme cuenta que debía llenar mi copa con prisa de agua, sí, con esa agua que tantas veces ofrecí, sin pedir nada a cambio, como debe ser, como me habían enseñado. Es dando como se recibe...no lo olvides nunca.

Volví sobre mis pasos, y llené nuevamente mi copa, hasta casi el borde, me di cuenta que estaba vacía...había brindado todo su contenido, y tuve temor de dar vidrios, como una vez lo hice...a los que pudieran necesitarla, y no estaba bueno, no está en mi esencia.

Suena egoísta, pero comencé a pensar más en mí. Me di cuenta que las personas a veces no son lo que parecen, pero no me arrepiento de lo dado, lo volvería a hacer, porque debe ser así.

Me deshice de la pesada carga de las culpas, de los rencores, y puse de relieve el Perdón, tan sanador para el cuerpo y el alma.

Esa mascarilla me ayudó no sólo a protegerme de ese enemigo invisible que nos acechaba todo el tiempo, sino también a mirar más y mejor, con más atención, discernimiento y sabiduría.

También al observar a mi alrededor, agradezco al universo, que no deja nada librado al azar, la compañía de mis amigos (Quién encuentra a un amigo ha hallado un tesoro), que tuvieron la delicadeza, la ternura y el amor de llamarme para saber de mí, sí de mí, porque teníamos tiempo, porque cuando apreciamos a nuestros semejantes, siempre nos hacemos un tiempo. Nos conectamos casi a diario, a través de las redes sociales o las videollamadas y así de esta forma nos regalábamos nuestra compañía y nuestra amistad sincera y tan necesaria en esos momentos.

Es tan bueno saber que el otro existe... y que un simple...¿hola cómo estás?, puede cambiarnos la energía de nuestra jornada.

Esta gran pausa, me vino bien, para reflexionar, para aquietar mi mente, mi ansiedad, para bucear dentro de mí, para volver a sentir la presencia de mi niña interior, y para agradecer a la mujer, que hoy soy, más libre, más independiente y más segura de mí misma.

Y al fin, volver a comenzar ahora, con un nuevo ímpetu y mucho, pero mucho más agradecimiento, por las personas que están en mi vida, por las que decidí que ya no estén, por aquellas que decidieron irse, y sobre todo por las cosas que la vida me regala a diario, que son más espirituales que materiales, y que por siempre vivirán en mi corazón, porque entiendo, que sólo se nos arrebata aquello a lo que nos aferramos.

"Luchemos por alcanzar la serenidad de aceptar las cosas inevitables, el valor de cambiar las cosas que podamos y la sabiduría para poder distinguir unas de otras”. (San Francisco de Asis).

María Susana Martini.

Pintura: Edvard Munch

viernes, 3 de septiembre de 2021

CASONA DE BARRIO CANDIOTI


                                                                                                 

Camino veredas fatigadas de tiempo

visito esquinas que pisé

ensayo buscar rostros conocidos 

contemplo fachadas que resisten todavía,

otras, templos de entonces,

rebajadas a Banco de Galicia.

 

Mis veinte años me llevaron lejos

eterna cantinela de tango,

hoy soy yo el que la entona.

 

De visita

en la vieja casona de Barrio Candioti

escribo frente a la ventana

donde hace treinta años

vi caer la tarde y crecí en sueños.    

 

Mi madre ayer cumplió ochenta y dos,

está en la cocina mimándome.

Siento ganas de llorar

y mientras tanto,

 

esta incansable lluvia que no para de caer.

Enrique Minetti

Pintura: Claude Monet

 

jueves, 19 de agosto de 2021

Ayeres

 


La tarde invitaba a desplomarse en un sillón, pero no, quiso volver a esa esquina del barrio que la vio nacer. Era una niña cuando partió al pueblo donde vivía su abuela.

La partida fue abrupta, de un día para otro. “Tenés que irte” le dijeron a su madre que pasó dos noches en vela esperando que regrese su padre.

No lo volvió a ver aunque percibía que algo malo ocurría con sólo mirar el rostro anguloso de aquella mujer que supo ser el pilar de la familia y que la tristeza la volvió rígida, opaca y nunca más recuperó la sonrisa. La bruma se hizo cada vez más densa hasta que invadió toda la casa pero no se animó a preguntar. “Ya va a volver”, se decía.

Llegó a la ochava norte de esa calle que había surcado tantas veces. El tiempo pasó, no pudo precisar cuánto, hasta que vio acercarse una silueta. Un paso, luego el otro. Sin embargo no logró identificar el rostro, sólo los bordes recortados sobre un fondo de árboles y cemento.

Mientras se acercaba lo que predominaba era una mancha borrosa que fue agrandándose hasta ocupar toda la silueta amada. Montones de preguntas invadieron su mente. Sabía que el pasado suele colarse en los sueños del presente para recordarnos que alguna vez nos quisieron, que fuimos felices. Comprendió que el tiempo no existe, que siempre deambulamos entre el pasado, el presente,  y el futuro como zombis sobre una rueda donde todo se repite.

El paisaje del barrio cambió, se hizo de noche. Casi no se dio cuenta. Los recuerdos comenzaron a pesarle, parecía que tenía piedras en cada pie que le impedían moverse. El peso subió por los brazos y se instaló sobre los hombros, luego tomó el rostro y se depositó sobre la frente.

No podía moverse, lo intentó pero no pudo. Se dijo que quizá estaba soñando y que pronto se iba a despertar, tal como ocurrió con la partida de su padre.

Las palomas hicieron su parte ni bien despuntó el sol. La ciudad recuperaba el ritmo habitual: niños hacia la escuela, changuitos que van y vienen del supermercado, autos apurados, peatones ensimismados en sus quehaceres.

Y ella seguía allí, sin poder moverse. Nadie parecía verla. “Mejor” pensó, así puedo seguir esperando a que algún día regrese…

Silvia Lo Presti (agosto 2021)

Pintura: Edvard Munch



  

martes, 10 de agosto de 2021

In Memorian

 

 


                                                                                             

Se ha detenido el reloj de sangre de tus ayeres

La tarde fue borrada de una pincelada

La bibliotecas serán ahora lustrales aguas

Contigo estarán tantas hojas y tantas almas

Las generaciones de esta tierra llegarán a buen puerto

No hará falta tu voz en la vasta piedra

Serás el verde mar, una nube, el pez, la serpiente

El hábito de la escritura, la luz dudosa

Lo que quedará del universo al oscurecer

El ensueño, los colores imposibles,

el odio de los necios y el amor de los sabios

La equívoca espada de un duro caudillo,

la inexplorada enciclopedia y una fábula

Tal vez lo anhelado y poseído sea cruel

Reflejo de los reflejos de un espejo de metal

Sé que volverás a Buenos Aires

en la profunda noche

Sin que nadie lo note,

corregirás este bosquejo

En aquella casa de “ San Isidro”...

En el centro del laberinto de los infinitos libros,

donde aún perduran tus caricias

En el incesante tiempo

que nunca pasará

No diré el mar y el verso

Diré el nombre de Hilda

Horacio Quinteros

Pintura: Claude Monet

 

jueves, 15 de julio de 2021

Mis formas

 


Caminé por senderos frágiles, sumergiéndome en una tormenta casi perpetua.

Escuché que era de “ buena madera”.

Me agarré a esa madera y descubrí formas.

Algunas tenebrosas, casi muertas

Esclavas de un lastre pegajoso

Sombrías, hasta hundirse en un hielo sin tiempo.

Otras, en cambio, eran suaves

Salvajes, como plumas en el viento

Relucientes, casi mágicas

Formas que a veces

Se acercaban, se escondían

Relampagueaban, se oscurecían

Se debilitaban, se hacían fuertes

Se empequeñecían

Se abrazaban, se rechazaban

Se ennegrecían, se agrisaban, se aclaraban

Se hacían añicos en infinitas formas

Miles de formas,…..que me forman.

Texto y pintura: La gata Bacana

jueves, 24 de junio de 2021

Mi viejo

 


Mi papá era un hombre alto, de ojos claros, cabello rubio con ondas y tez blanca. Desde muy joven trabajó en la carpintería de Rassia. Cuando llegó el momento del servicio militar, éste lo cursó en el Batallón de Comunicaciones de Rosario del Tala. Y en aquella época, le tocó la campaña de instalar todos los tendidos telefónicos hasta Comodoro Rivadavia. Pocos ciudadanos disfrutaron tanto, de ese período de la milicia, como él. Siempre hablaba de tal experiencia, guardaba fotos, insignias y banderines de su paso por esas huestes. Cada año, los compañeros de la clase 1925, solían reunirse en una cena de camaradería y recordar aquellos tiempos.

Cuando yo tenía siete años, mis viejos se separaron, pero igualmente nunca dejó de estar presente, a su manera, pero estaba.

Siempre fue una persona solitaria. No tenía amigos, sus hobbies eran recorrer la ciudad en colectivo, creo que se sabía el recorrido de todos los que transitaban por las diferentes calles y barriadas de esa época, y de tomarse un cafecito en algún bar o una cerveza bien fría en verano. Era una persona muy pulcra y ordenada, todos los sábados me pasaba a buscar, siempre bien trajeado y zapatos de cuero lustrados. Cada fin de semana íbamos a lugares distintos, desde ir a recorrer al centro y tomar un submarino o una gaseosa en Fragata, hasta conocer barrios y centros comerciales más alejados. Las funciones de cine en el invierno eran infaltables, los dibujos animados en el Cine Heraldo, las películas argentinas en el Rose Mary o Madre Cabrini. En el verano los parques, la zona del Monumento Nacional a la Bandera, donde después de recorrer algunas de las salas del mismo, nos dábamos una vuelta por la Fluvial, para terminar comiendo un carlito con una Crush en El Munich, hermoso bar y confitería, con una vista privilegiada al puerto y la avenida del bajo. Otro día era recorrer el Parque Alem, con el acuario, o el Parque Independencia, una vuelta en la lanchita del laguito, o el parque de diversiones y cada tanto una visita al Museo Histórico Julio Marc, o el zoológico.

Recuerdo que un Día de Reyes, me pasó a buscar muy tempranito con su bicicleta, los broches de madera para ropa en la botamanga del pantalón, un almohadón en el caño, y emprendimos viaje a la ciudad de San Lorenzo. Allí recorrimos el viejo convento San Carlos, y el Campo de la Gloria, luego de merendar volvimos a casa, fue una linda aventura y la pasamos muy bien. Cada día del niño, siempre me traía de regalo golosinas, venían unos muñecos que eran los distintos personajes de los clásicos dibujos Mikey, Duffi, el Pato Donald, entre otros, éstos venían llenos de caramelos surtidos, en la parte superior traían una ranura para usarlos como alcancías y en la base tenían una tapa por donde se extraían las golosinas o las monedas que juntábamos.

Ya de adolescente, esas salidas fueron más espaciadas, y tuve que hacerme cargo de él y de su soledad. Hoy después de tantos años que ya no está, lo recuerdo como un hombre bueno, que me brindó cariño como pudo, con su particular manera de demostrarlo. Por eso quiero rendirle mi homenaje y decirle ¡Gracias, papi,  siempre voy a recordar los lindos momentos!. Besos al cielo. 

Claudia Turcato

Fotografía: Grete Stern

 


viernes, 11 de junio de 2021

Completud

 


Insomnio, lucidez, infierno,

cristal amalgamado

mentiras, silencio, licores

realidad sometida al sueño.

Mítica, triste, deseosa

delicada suavidad del rocío

su vida estaba allí

erótica, adorable, lejana.

Quiso morir, ajena a todo

lejos de todos

como en cuentos de niñas

llena de hermosura y soledad

completa de Amor…

Dora Mabel Suarez

Pintura: Edvard Munch


viernes, 4 de junio de 2021

Mi cansancio

                                                                             


El silencio me traslada

A los recuerdos amados

De esta tristeza mía

De soledad y letanía

 

El amanecer me llama

Con sus cantos sus sonidos

Que mis sueños van llenando

Todo el corazón mío

 

Diviso el sol a lo lejos

Con su fuego muy rojizo

Ese calor que atraviesa

La templanza sin tu amor

 

Sigo corriendo y no alcanzo

Tu calor se va alejando

las voces desvanecen

Persiguiendo  mi cansancio.

 

No persigas ya mi sombra

Déjame quiero dormir

Acurrucada en los verdes

De las flores al nacer


Ana María Arrieta

Pintura: Edvard Munch



jueves, 20 de mayo de 2021

Plegaria

 


Entre cruces y rezos se apagan las luces

Una vela enciende a este presente,

que poco entiende si la fe esta vez escuchará

esta oración venida sin anhelos, pidiendo perdón

desde lo más oscuro del corazón buscando consuelo.

El aroma suave en el aire fresco del invierno se va perdiendo como ese pájaro en el cielo.

La plegaria que no llegó...esta sorda fe que no oye esta vez.

Con unas copas y algunos excesos celebramos este amor.

Brindamos a nuestra salud homenajeando a este torpe amor con besos que quieren salvarnos de la 

mortaja.

No hay rezos que alcancen las desdichas de nuestras almas en soledad.

Nuestros cuerpos fundidos, colmados de alivio...

buscan una última mirada para enamorar a la luna.


Susana Martini

Pintura: Joan Miró

jueves, 13 de mayo de 2021

El globo rojo

 


Se escapa de las manos y vuela

No logro retener esa finísima cuerda,

que une el color de la alegría y la vida.

Mis dedos arden como mis entrañas.

Una delgada línea quiebra el encanto,

mientras la brisa se lo lleva al infinito.

La esfera de los sentimientos vuela.

Sube… sube. La dimensión de la

distancia es imposible de acortar.

Se van los sueños, los amores, los aciertos

y desaciertos. Viajan en el espacio sideral.

Una aglomeración de ideas y la gente,

entrechocándose en la velocidad de cada día.

Hay una turbulencia de sentidos.

Las ventanas del alma están abiertas.

La esperanza queda atónita, con sus

ojos, fijos en el pequeño punto rojo.

La claridad del sol enceguece,

cerrando las pestañas al vacío.

El globo vuela haciendo piruetas en el aire.

Analía Criado

Pintura: Wassily Kandinsky 

jueves, 29 de abril de 2021

En círculo

 


Apreté los ojos

para verte


imaginé tus pasos

para adivinarte

 

recordé tus hábitos

para acercarte

 

frecuenté tus lugares

para percibirte

 

recorrí tus paisajes

para diseñarte

 

caminé tus huellas

para tenerte

 

miré hacia tus ventanas

para presentirte

 

dibujé tus hombros

para hurgarte

 

escribí tus labios

para rozarte

 

recorrí las noches

para tentarte

 

fatigué esquinas

para sorprenderte

 

crucé puentes

para alcanzarte

 

deambulé cielos negros en las noches negras

para soñarte

 

gasté caminos para

encontrarte

 

enmudecí mi garganta

para llamarte

 

busqué en tus huecos

para mimarte

 

escuché tus voces

para pensarte.

 

Pero una tarde

cerré mis puertas

para no pensarte.

 

Ensayé olvidarte

y fracasé.

 

Entonces:

apreté los ojos.

 

Enrique Minetti

Pintura: Claude Monet