¿Qué
sucedió cuando la espada de dios te dejó
ciego?
Era
tenaz en el jardín.
Vio
formas y colores del encierro.
A
su paso el gato copiaba su sombra.
Labró
temerosos movimientos y logró,
al
cabo de los años, el ancho campo
No
miró sin vértigo la derrota inicial.
Hoy,
que tu puerta es polvo.
Creo
en el alba oír un ladrido.
Y
el desdén de lo sobrehumano
Horacio
Quinteros
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ResponderEliminarHatch, el más amado de los perros disfruta de este poema desde el jardín de su cielo.
EliminarLos colores y los silencios del encierro
ResponderEliminarMuy emotivo, me gustó
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