domingo, 7 de junio de 2020

Música del cielo y de la tierra



El espíritu del loco se resistía a entrar en el túnel con la luz al final porque era su última reunión con los amigos del alma. Cuando llegó a la terminal del Cielo lo recibió el Encargado.
-Viene demorado el hombre.
-Se había puesto lindo. Perdóneme.
-Se ve que lo quieren sus amigos.
-Siempre traté de portarme bien
-No se haga el humilde. Hizo méritos para quedarse aquí. Y ya tiene trabajo en el club que tenemos acá.
Se hizo cargo de la entidad celestial. No había inspectores de SADAIC, los chicos se portaban bien ¡Parecían ángeles!.
Pasado mucho tiempo le informaron que se había hecho acreedor de un premio a su elección por ser el más bueno entre los buenos. Y eligió que le dieran un día para volver a su barrio, a su gente, a su club.
Eso no tiene sentido, le repuso el Supremo. De lo que usted conoció no queda nada.
-Perdón, usted será el dueño, pero el premio lo gané yo. Así fue como volvió a la Tierra. Era todo nuevo, de lo que había conocido no quedaba nada. Los vehículos circulaban sin ruedas, la gente se comunicaba en forma telepática, las aceras y calzadas tenían distintos niveles.
De pronto aparece ante sus ojos azorados una estructura de aluminio y cristal y sobre la entrada un arcaico letrero: C.A. URBEN. Subió a una cinta transportadora y se introdujo en el extraño estadio. Encontró dos jóvenes jugando un extraño tenis computado y preguntó:
-¿Podría hablar con alguien de la Comisión Directiva? Uno de los jóvenes repuso:
-Esto lo maneja un robot dirigente. Está justo detrás suyo.
Giró y se encontró con un ridículo muñeco metálico de un metro de alto, lleno de luces y botones, quien inquirió:
-¿Qué desea el visitante?.
-Mire don Robot, yo concurría al club el siglo pasado, o el otro ¡No sé! Todavía tengo el carnet de vitalicio. Por eso me gustaría saber cómo anda mi querido Urben.
-Muy bien. Excelente.
-Cuánto me alegro.
-Mucha gracias, visitante
-¿Y no tienen ningún problema?
-Uno solo y sin solución.
-¿Y cuál es el problema?.
- !El buffet....y no tiene solución!.
No emitió más palabras y expresó como un quejido. Giró y se dirigió a una oficina donde se leía "Asesor legal".

Enzo. C. Burgos   



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