El
humilde patio de la casa de mi nona, con el piso de tierra, algún caminito de viejos ladrillos
para no embarrarse los días de lluvia, el viejo aljibe... Todos ellos testigos
mudos de los secretos familiares. De aquellas historias que no se deben
reproducir, de aquello que nadie más debe saber. Vestigios del dolor, de la
bronca, y la vergüenza, que causan algunas miserias de la familia. Inmutables
vieron desintegrarse, entre las ramas secas que ardían en la gran fogata, esas
fotos, cartas o papeles, que podían dejar salir a la luz, todo aquello que por
generaciones estuvo oculto para la mayoría de los integrantes de la familia...
Ese
amor clandestino que devino en un embarazo en soledad, la fuerte pelea entre
hermanos, por la que dejaron de hablarse, el maltrato o abuso intrafamiliar que
todos conocían pero del que ninguno hablaba...Para algunos, el tiempo que lleva
olvidar aquellos agravios, tal vez fue poco, para muchos de ellos el tiempo no
pasa, se detiene y llevaron ese rencor, hasta el final de sus días...y el mismo
patio, con el tiempo y la llegada de los nietos, fue nuevamente testigo de los
grandes reencuentros. Los cumpleaños de la abuela, las fiestas de fin de año,
donde se reunían todos los hermanos con sus familias, junto a la larga mesa en
cuya cabecera estaba la nona Oliva, venían todos, aquellos que por trabajo se fueron
a probar suerte a otras provincias o a distintas localidades, los que estábamos
más cerca y las visitas eran más seguidas, y los que siempre estuvieron allí...Al
otro lado del patio estaba "nuestro rincón especial, el gigantesco y viejo
ombú, el cual nos albergaba a todos los primos, solíamos pasar tardes enteras jugando
con el columpio que uno de mis tíos nos había fabricado, con una rueda vieja de
camión y unas sogas. Allí todo era alegría, cantos y risas...Aquel patio que,
por tanto tiempo fue testigo de lo sombrío de épocas anteriores, con la llegada
de la nueva generación se restauró y transformó en un bello lugar...Hoy, todo
lo que tengo son hermosos recuerdos de mi infancia...
Ya
no queda nada de aquel humilde patio.
Claudia Turcato
Como en esta vida, Claudia repite otro patio. Es quizá el Patio/relato de la infancia que retorna con las primeras palabras abrillantadas, a las que el poeta no puede renunciar.
ResponderEliminarCortésmente,
Horacio R. Quinteros 🌹