martes, 6 de septiembre de 2022

Agonía de nuestra tierra


 

Lenguas de fuego se extienden al cielo. Se levantan en grito y se expanden en luz. Se va consumiendo todo vegetal, desapareciendo su señorío.

La vida se extingue, los animales escapan o mueren.

Vemos que año tras año se repite la agonía, sin una respuesta en quienes están llamados a darle fin. Los intereses, amortiguan  toda acción y desdibujan toda esperanza.

En vano los acuerdos entre autoridades políticas de las provincias afectadas, en vano un proyecto de ley de humedales que sugerentemente duerme entre intereses espurios, desde hace varios años.

Hasta el presente, triunfa la avidez malsana del que busca enriquecerse a costa de la naturaleza, se llamen propietarios, arrendatarios o funcionarios, todos ellos amalgamados para destruir una riqueza natural que no tiene retorno en corto plazo.

¿Porque la política encubridora, porque el silencio. Levantemos nuestras voces, unamos nuestro descontento por tantos actos traicioneros que desdibujan el futuro. Luchemos por nuestra tierra devastada, los animales desarraigados, mutilados, muertos, y por nuestra propia salud, puesta en jaque por el enrarecimiento del aire, envenenado por el humo.

No nos dejemos acallar y sigamos pidiendo justicia. Basta de quemas, de humo, del nefasto avance del individualismo mezquino y ególatra, sobre el bien común. Es un problema de todos y requiere soluciones para todos. Pedimos una política que resguarde y promulgue normas, que garanticen la normalidad en la explotación de las islas, con fuertes sanciones para quienes no las respeten.

 

Norma N. Márquez

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