martes, 28 de julio de 2020

Experiencias inesperadas




En este camino de la vida, transitando etapas de índoles distintas, hoy, como abuela, tengo cuatro hijos, diez nietos de distintas edades, y son el tesoro más preciado que tenemos los abuelos.
Los tiempos cambiaron de tal manera, los adultos mayores tuvimos que entender los tiempos que se viven, donde la tecnología invadió los hogares ganando espacios, adueñándose de nuestros niños, jóvenes, aislando en gran parte la reunión familiar, costumbres que recuerdo yo viví con mis abuelos, hoy nos toca algo inesperado y difícil, ninguna persona de esta generación imaginó vivir algo así, una pandemia, este virus que afecta al mundo, llevándose nuestros seres más queridos.
Desde que se instaló la cuarentena para evitar más víctimas, todos los humanos nos recluimos en nuestra hogares cumpliendo protocolos que de acuerdo al sistema de la salud eran obligatorios, agregándole una serie de cuidados que consistían en mantener la distancia, usar barbijos si o si,  lo más grave fue la prohibición de salir por el peligro de contagios,  al sentir que ya no podíamos abrazarnos, besarnos, ni acercarnos fue sin dudas lo más fuerte, donde el miedo nos envolvió.  
Un cambio se sintió a nivel mundial, el hecho de no poder salir, venían a mi mente recuerdos de joven, me dieron deseos de escuchar la música de esa época, viajes con los hijos y nietos, haciéndome muchas preguntas.
¿Qué pasara mañana?, ¿cómo saldremos de esta situación?. Los miedos de salir enferma yo, o alguien de mi familia, todo es una incertidumbre, algo bueno para destacar, ya van ochenta días de cuarentena debido a la responsabilidad de la gente pasamos a la fase cinco donde están flexibilizando la mayoría de los locales céntricos agregando otros cada día.
Sigamos cuidándonos, que todo el esfuerzo no sea en vano, nuestra prioridad hoy es la salud, la vida. 
Me cabe una reflexión. Pensé en este tiempo en el que el mundo descansa, los ríos se quedaron sin agua, los mares se veían calmos, el aire se liberó de tantas toxinas que lo enferman.
Ojala salgamos pronto de esta situación y volvamos a abrazarnos, besarnos y juntarnos con la familia y amigos, ¡que esta pandemia haya servido para valorar lo que nos faltó en este  tiempo!.     

Ana María Arrieta    
Pintura: Pablo Picasso      
   

lunes, 27 de julio de 2020

Tres pájaros




Azul de mar el cielo,
gélido,
amable el aire parte la cara.

Irrumpen tres pájaros
bandadas de aves cruzan desafiantes
ascienden, rondan,
se eclipsan.

Se percibe el infinito
se inhala inmensidad
se oye el silencio
se revela el día.


Amanece en Patagonia.

Enrique Minetti


viernes, 17 de julio de 2020

Camotes asados. (Fogata de San Pedro y San Pablo)




En estos días de cuarentena uno comienza a buscar en sus memorias y en sus amigos los recuerdos de otros tiempos. Y así me surgió uno que estaba olvidado.
Todos los 29 de junio se recuerda el martirio de los apóstoles Simón Pedro y Pablo Tarso y se realiza desde el siglo I d.c. Dicha ceremonia consiste en una pira o fogata donde se quema un muñeco.
Por ello en cada barrio se realizaba una fogata donde se quemaba un muñeco de lona. En nuestro barrio “República de la Sextadonde las calles eran, por los años 50 y 60, muy tranquilas la celebración se podía realizar en la calle con poco peligro. Cada grupo de vecinos hacía su propia fogata, es decir varias en el barrio. La competencia era ver cuál era la mayor y quién armaba el mejor muñeco.
La actividad comenzaba una semana antes, ya que la tarea no era cosa simple porque había que obtener madera para la fogata, protegerla de los depredadores (los muchachos vecinos) y había que preparar un muñeco que se quemaba en la hoguera. Este se hacía con bolsa de arpillera relleno con aserrín y lo confeccionaba Don Bras, papá de una de las chicas del grupo. La cara se la dibujaba con carbón.
El lugar elegido por nosotros (bueno, por nuestros padres) era frente a una casa que estaba deshabitada desde hacía años, por lo que no se molestaría a nadie. Era la misma que usábamos de arco sur en nuestro “estadio” de fútbol.
Así, el día 29 se acarreaba el material que se había recolectando y juntando en nuestro depósito de calle Riobamba al 200. Y se comenzaba la obra de ingeniería, colocar los palos más largos a modo de esqueleto, luego se colocaban las ramas cerrando los laterales y en el medio se agregaba el resto del material. Al final de la obra y previo al inicio del fuego se colocaba el muñeco.
Al principio nos extrañaba la colaboración desinteresada de nuestros mayores y la predisposición a alentar una actividad de por sí peligrosa. ¡En fin!
Llegado el crucial momento, a eso de las 7 de la tarde y con la presencia de todos los participantes y de nuestros padres se procedía a encender la fogata. Había que iniciar el proceso después de nuestros competidores para que durara más, que significaba que era la más importante.
Bailábamos y cantábamos alrededor de la misma durante bastante tiempo. “Viva San Pedro y San Pablo” y otros cánticos que no recuerdo. Seguramente también algún cántico futbolero haciendo referencia a Leprosos y Canallas.
Ya cuando la fogata se iba extinguiendo, nuestros padres nos mandaban a dormir con la excusa de que el calor nos haría mal.
            -¡Se van a hacer pis en la cama! ¡A dormir!
Y nos mandaban a dormir nomás, previo comer algún sándwich que ya habían preparado con anterioridad.
Pero, la cosa no terminaba allí ya que nuestros queridos y desinteresados padres sacaban todo tipo de vituallas para ser adecuadamente cocinadas. ¡Con nuestras brasas! ¡Con nuestro esfuerzo!
Así desfilaban camotes, que se hacían sobre las brasas, asado, chorizos y morcillas que se hacían sobre las parrillas. Se armaban mesas con tablones y sillas descaradamente frente a nosotros. Obviamente, no faltaba algún tintillo adecuado para la ocasión. ¡Que desinteresados eran nuestros padres!
Es que ellos también querían festejar como cuando eran jóvenes.
En fin, una celebración que con el andar de los años se fue diluyendo hasta casi desaparecer. Quizás otro mártir de la modernidad.
Algunos de nosotros, amigos de la infancia y adolescencia en calle Colón al 2200, todavía lo recordamos.

PD: Hace poco la municipalidad recuperó este festejo en el barrio Saladillo.

H. B. Carrozzo
Pintura: Pablo Picasso

miércoles, 15 de julio de 2020

Mi abuelo Luis





Hombre que los Salmos inspiran:

En un redoble de siglos
En un vuelo fatal de alondras
En un sillón antiguo de juventud
En la gotera de la pared de enfrente
En el beso conquistador a sus hermanas
En la compleja melodía del ruego hostial

Pronto volverá:

Una Noche de Agosto, como existe Dios
Como un llorar de Bronces y Cristos

Marylin Thel
Pintura: Vasili Kandinski



domingo, 12 de julio de 2020

El patio




El humilde patio de la casa de mi nona, con el piso  de tierra, algún caminito de viejos ladrillos para no embarrarse los días de lluvia, el viejo aljibe... Todos ellos testigos mudos de los secretos familiares. De aquellas historias que no se deben reproducir, de aquello que nadie más debe saber. Vestigios del dolor, de la bronca, y la vergüenza, que causan algunas miserias de la familia. Inmutables vieron desintegrarse, entre las ramas secas que ardían en la gran fogata, esas fotos, cartas o papeles, que podían dejar salir a la luz, todo aquello que por generaciones estuvo oculto para la mayoría de los integrantes de la familia...
Ese amor clandestino que devino en un embarazo en soledad, la fuerte pelea entre hermanos, por la que dejaron de hablarse, el maltrato o abuso intrafamiliar que todos conocían pero del que ninguno hablaba...Para algunos, el tiempo que lleva olvidar aquellos agravios, tal vez fue poco, para muchos de ellos el tiempo no pasa, se detiene y llevaron ese rencor, hasta el final de sus días...y el mismo patio, con el tiempo y la llegada de los nietos, fue nuevamente testigo de los grandes reencuentros. Los cumpleaños de la abuela, las fiestas de fin de año, donde se reunían todos los hermanos con sus familias, junto a la larga mesa en cuya cabecera estaba la nona Oliva, venían todos, aquellos que por trabajo se fueron a probar suerte a otras provincias o a distintas localidades, los que estábamos más cerca y las visitas eran más seguidas, y los que siempre estuvieron allí...Al otro lado del patio estaba "nuestro rincón especial, el gigantesco y viejo ombú, el cual nos albergaba a todos los primos, solíamos pasar tardes enteras jugando con el columpio que uno de mis tíos nos había fabricado, con una rueda vieja de camión y unas sogas. Allí todo era alegría, cantos y risas...Aquel patio que, por tanto tiempo fue testigo de lo sombrío de épocas anteriores, con la llegada de la nueva generación se restauró y transformó en un bello lugar...Hoy, todo lo que tengo son hermosos recuerdos de mi infancia...
Ya no queda nada de aquel humilde patio.
Claudia Turcato

martes, 7 de julio de 2020

HATCH: El más alto de los perros…



 
                                      
                                                          

¿Qué sucedió cuando la  espada de dios te dejó ciego?
Era tenaz en el jardín.
Vio formas y colores del encierro.
A su paso el gato copiaba su sombra.
Labró temerosos movimientos y logró,
al cabo de los años, el ancho campo
No miró sin vértigo la derrota inicial.
Hoy, que tu puerta es polvo.
Creo en el alba oír un ladrido.
Y el desdén de lo sobrehumano

Horacio Quinteros