viernes, 15 de abril de 2022

Día de Sol en Arlés.


 


Es un brillante día de sol en Arlés. Mientras camino buscando un lugar donde colocar mi atril, tengo semicerrados mis ojos porque el amarillo es enceguecedor. Me atrae y me excita. Siento el calor de los rayos en mi piel mientras camino buscando un lugar, el lugar exacto donde perciba los girasoles susurrar, gozar eróticamente en suave melodía mecidos por la brisa.

Camino y cavilo: hace algunos meses atrás despaché a Theo el paquete con el lienzo que pinté de mi cuarto. El cuadro tiene toda la intención de transmitir tranquilidad, paz. Debo tranquilizar a mi hermano, ha sido mi único sostén emocional y económico en estos últimos tiempos y esa incómoda situación me produce irritación y mucha culpa. Afortunadamente nuestro padre ya no está entre nosotros porque sufriría viendo la ignominia (*) de mi desdichada vida.

Siento que he fracasado y soy el único responsable de mi fracaso.  Vienen a mi mente recuerdos  de mi pasado: cuando acogí  -muy joven -  con entusiasmo la oportunidad que me dio mi familia de trabajar como vendedor de arte,  con cierto éxito. Después fui maestro, luego intenté ser  predicador como mi padre en una  de las  regiones  más inhóspitas y empobrecidas de Europa occidental:  allí, en el distrito carbonífero  de Borinage, en Bélgica. Pero nada de esto me daba sosiego. Mi mente siempre estaba inquieta: sólo buscaba afanosamente aquello que pudiera hacer bien, aquello donde mi alma pudiera encontrar el sentido de la vida. ¿ esto es pecado ??. Descubrí que dibujando, pintando, me sentía y me siento pletórico, mis días suceden con un objetivo claro y primordial: reflejar la Naturaleza en mis pinturas.

Pero los demás, la gente, nunca encontró valor en mis obras y ese juicio impide vender mis cuadros: eso también significa mi fracaso.

¿Pero qué debo hacer? ¿Cómo pagar mis deudas, mis gastos, mi mantenimiento diario?. Lo que me envía Theo no es suficiente, apenas alcanza para comprar los nuevos colores y papeles, ahora llevo 2 días sólo tomando agua y una hogaza de pan pero no puedo seguir así. La dulce Jeane puso en mis manos, cuando pasé ayer por su carro cargado de frutas, dos manzanas deliciosas. Me avergüenza confesar que las suelas gastadas de mis zapatos no me permiten caminar con comodidad. Tampoco puedo pedirle a Theo que aumente la  mensualidad que me envía, sería indigno de mi parte.  Sufro la mirada despectiva de los que a diario me rodean porque ven mis ropas sucias, pestilentes. No puedo pagarle a la lavandera y además, el clima variable, algunos días lluviosos y el mistral (*) -que han impregnado mis ropas de polvo y humedad-  tornan mi persona olorosa y desagradable.

-Dios, te suplico, si me escuchas, ayúdame! ¿Qué puedo hacer ??

Tuve la debilidad tiempo atrás de excederme con una botella de absenta (*) y en pocas horas bebí casi todo. Sólo quería olvidar. Estaba fuera de mí, no sabía qué hacía. Me miraba en el espejo y veía una desprolija barba. Tuve la errónea idea de querer rasurarme, pero mi mano no obedecía con exactitud las distancias, y así fue como dañé mi oreja.

Esto asustó mucho a Theo.  Y no sé cómo explicarle a mi querido hermano esta sensación que me acompaña permanentemente de no tener destino, la certeza de que no podré construir un hogar con familia, trabajo, hijos. No hay posibilidad alguna. En aras de obtener algún dinero para sobrevivir debiera buscar algún empleo, o dedicarme al comercio. Esto insumiría todo mi tiempo. ¿Tendré que decidir como mi querido amigo Gauguin quien partió hacia un lejano y desconocido país llamado Panamá para ayudar en la construcción de un canal ??.  Se fue en el convencimiento de que sería la única manera de ganar buen dinero y vivir decentemente. Yo no podría tomar ese camino. Hoy estoy absolutamente seguro que nunca podría renunciar  a lo que tanto me gusta hacer, al arte que tanto despierta mi pasión.  Desde que avanzan las nuevas ideas políticas y económicas la sociedad se ha vuelto totalmente alienada,  dominada por el dinero y el interés. La salvación sólo puede estar en el contacto profundo y mágico con la Naturaleza. Justamente he escuchado algún comentario acerca de la publicación de la obra de un pensador alemán (*) que cuestiona la moral de estos tiempos y como síntesis de su pensamiento muchos tienen la osadía de decir "Dios ha muerto"  -

Pero yo encuentro a Dios en la Naturaleza, en los colores, en la luz, el aire, y también en la negra noche donde brillan las estrellas. ¡Quizá yo también sea un panteísta como el romántico Goethe.! Todo esto, el cielo de Arlés y su magnífico Sol es una ofrenda Divina y yo estoy inmerso en ella con la brevedad de mi vida.

 Ahora si, ya encontré el sitio justo para instalar mi atril en esta mañana :

Hoy pintaré los girasoles !!!.

Teresa Kiskis

Pintura: Vincent Van Gogh

 


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