Las manos leñosas.
Los rostros surcados por la tierra.
Los corazones gastados de pena y trabajo.
La resignación muda iluminada, de vez en
cuando, por alguna palabra.
Silenciosos, desiertos de recuerdos.
Las paredes pobladas de sombras, y a veces,
espanto.
Ellos con formas más oscuras y densas que
la noche.
El misterio cotidiano de la sonrisa
indiscreta de los pobres.
Los semblantes impenetrables, dulces
navegaban en la noche de los años,
por las tierras del olvido.
La
Gata Bacana
Pintura: Vincent van Gogh
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