lunes, 10 de agosto de 2020

AHORA QUE ESTOY SOLO


Recuerdo esos días, recuerdo el aire y la luz de esos días, porque fue la primera vez que sentí los mismos síntomas que mi padre, esa oscura ansiedad que me oprimía el pecho.
Por primera vez, como mi padre, sentía la alegría y la tristeza de un hombre solitario y ansié metas distantes y aguardé la mañana seguro de grandes acontecimientos.
Y por la noche me estremecía de imprecisos deseos, percibiendo voces y ruidos remotos suspendidos como esferitas en la laxitud de las sombras”.
Haroldo Conti (Todos los veranos).

Siempre me pasó. O casi siempre. Eso de estar solo. Buscando siempre más un allá. Y sentir que la vida pasa lejos. Apenas un rumor que me deja afuera, a la intemperie. Y a veces me lastima ese exilio permanente. Y otras veces sé que así será hasta el fin de mi existencia. Y que seguiré buscando siempre caminos lejos de la gente. Casi a contramano. Y pienso que un destino inevitable me hizo así; eterno viajero de los márgenes, melancólico espectador de la vida, buscador eterno de ilusiones que acompañado de tristezas cotidianas y con mi pobre alma al descubierto, seguiré viajando por la vida buscando más allá del horizonte. Preguntando en dónde están los espejismos. Soñando que siempre hay algo más. Y a veces, cansado, solamente para escapar de este triste páramo en donde se perdió la esperanza de soñar, seguiré pintando de amarillo, verde mar o azul añil la realidad inevitable de la vida. Y buscaré una tregua en un pueblito en donde el tiempo se paró, o navegaré con mi barco de madera por algún río marrón sintiendo el ruido de las olas y de las velas llenas de viento. Y estoy seguro que así será siempre. Hasta el último momento. Por eso de seguir a pesar de todo, por no resignar mi rebeldía, por no sentirme derrotado.

Y perpetuo caminante de los bordes seguiré corriendo siempre atrás de ensueños y utopías. Imaginando que la vida sin pasiones no merece ser vivida. Que alguna ideología, la que sea, me lleve por otro rumbo. Que vale la pena remontarse en alguna ilusión por más lejos que ella esté.
Y también sé que allí nomás, a la vuelta de la esquina, encontraré la soledad. La que se siente en el alma y en el cuerpo y nunca se va. Y me iré quedando solo. Buscando caminos lejos de la gente.
Casi a contramano.

Texto y pintura:  Juan Manuel Maini. Puerto Gaboto, Marzo del 2018

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